SINOPSIS
Movie Short Review
English review
In Franklin Ritch’s The Artifice Girl, an AI designed to catch pedophiles gains sentience, resulting in a thought-provoking story full of ethical dilemmas akin to Black Mirror. The film’s small cast and play-like structure, divided into three distinct acts, create a unique atmosphere. However, the movie falters in its exploration of themes and often overemphasizes basic philosophical concepts. Ritch’s direction steers clear of film noir’s flashy pessimism and embraces the relatable self-consciousness of mumblecore, which places considerable focus on the script – the film’s weakest aspect. Rather than encouraging the audience to ponder complex themes, the movie leans on lengthy speeches, leaving viewers feeling lectured throughout the runtime.
The Artifice Girl has some standout moments, particularly during the intense opening act, where programmer Garreth (Ritch) is confined in an interrogation room with Agents Deena (Sinda Nichols) and Amos (David Girard). This initial act establishes a captivating premise, skillfully blending genre elements with procedural tension. In this part of the film, Garreth’s AI, Cherry (Tatum Matthews), intrigues the audience as a visual element, as they search for signs of humanity or machinery in her appearance and speech. However, as the story progresses to the second and third acts, Cherry’s sentience takes center stage, and Matthews’ performance struggles to deliver the necessary nuance. The final act, featuring a confrontation between Cherry and an older Garreth (played by Lance Henriksen), lacks subtlety, coming across as cartoonish and overly dramatic.
The Artifice Girl stumbles in its treatment of aesthetics and themes, with Cherry, the film’s non-human character, epitomizing these shortcomings. The filmmakers allow budget and technological limitations to dictate their work, rather than creatively overcoming these challenges. Visual symbolism is sparse, and Cherry’s transformation from a screen-based character to a tangible android remains underexplored. Although the movie’s heavy reliance on dialogue and the characters’ anxious doubts occasionally work in its favor, these elements are ultimately overshadowed by the excessive need to explain everything. Successful indie sci-fi films often thrive on ambiguity, but The Artifice Girl’s insistence on addressing every potential topic of discussion aligns it more with diluted genre blockbusters. While Ritch shows promise as a writer, director, and actor, The Artifice Girl requires more imagination to achieve its full potential.
Spanish review
En The Artifice Girl de Franklin Ritch, una IA diseñada para atrapar pedófilos adquiere consciencia, dando lugar a una historia provocadora llena de dilemas éticos similares a Black Mirror. El pequeño elenco y la estructura teatral del filme, dividido en tres actos distintos, crean una atmósfera única. Sin embargo, la película falla en la exploración de sus temas y a menudo enfatiza en exceso los conceptos filosóficos básicos. La dirección de Ritch se aleja del pesimismo llamativo del cine negro y adopta la autoconciencia cercana del mumblecore, lo que pone un enfoque considerable en el guion, el aspecto más débil de la película. En lugar de animar al público a reflexionar sobre temas complejos, la película se apoya en largos discursos, dejando a los espectadores con la sensación de haber sido sermoneados durante toda la proyección.
The Artifice Girl tiene momentos destacados, especialmente durante el intenso acto inicial, donde el programador Garreth (Ritch) está confinado en una sala de interrogatorios con los agentes Deena (Sinda Nichols) y Amos (David Girard). Este acto inicial establece una premisa cautivadora, combinando hábilmente elementos de género con tensión procesal. En esta parte del filme, la IA de Garreth, Cherry (Tatum Matthews), intriga al público como elemento visual, mientras buscan señales de humanidad o maquinaria en su apariencia y discurso. Sin embargo, a medida que la historia avanza hacia los actos segundo y tercero, la consciencia de Cherry pasa a primer plano y la actuación de Matthews lucha por proporcionar el matiz necesario. El acto final, que presenta un enfrentamiento entre Cherry y un Garreth mayor (interpretado por Lance Henriksen), carece de sutileza, resultando caricaturesco y exageradamente dramático.
The Artifice Girl tropieza en su tratamiento de la estética y los temas, con Cherry, el personaje no humano de la película, ejemplificando estas deficiencias. Los cineastas permiten que las limitaciones presupuestarias y tecnológicas dicten su trabajo, en lugar de superar estos desafíos de manera creativa. El simbolismo visual es escaso, y la transformación de Cherry de un personaje basado en pantalla a un androide tangible permanece poco explorada. Aunque la gran dependencia de la película en el diálogo y las dudas ansiosas de los personajes a veces funcionan a su favor, estos elementos quedan en última instancia eclipsados por la necesidad excesiva de explicarlo todo. Las exitosas películas independientes de ciencia ficción a menudo prosperan en la ambigüedad, pero la insistencia de The Artifice Girl en abordar todos los temas de discusión posibles la alinea más con los éxitos de taquilla de género diluidos. Aunque Ritch muestra promesa como escritor, director y actor, The Artifice Girl necesita más imaginación para alcanzar su máximo potencial.
Movie information
// Paper Street Pictures, Blood Oath, Last Resort Ideas // Director: Franklin Ritch // Cast: Lance Henriksen, Tatum Matthews, Franklin Ritch, Sinda Nichols, Thomas Hamby, David Girard, Alyssa Moody, Rashaud Sessions